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· Charla de Fernando (Reincidentes), Oscar (Lujuria) en Segovia  (02/11/2010)

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Si se analiza a la ligera y de carrerilla lo acontecido el pasado jueves 21 de Octubre en el Salón de actos de la escuela de Magisterio de Segovia, es posible que no caigamos en la cuenta de la trascendencia del acontecimiento. Y esta trascendencia a la que hago mención va más allá de la categoría del invitado principal (ROSENDO MERCADO), que también. Me gustaría hacer hincapié en lo bonito que resulta comprobar cómo un género como el rock tuvo cabida, aunque sea durante dos horas, en una universidad.

No es un dato menor. Hace poco tiempo (incluso mucho menos de lo que puedan pensar algunos) una experiencia así era propiedad de la ciencia ficción. Por suerte, y aunque todavía queda bastante camino por recorrer hasta conseguir que algunos tópicos baratos (hacen gracia al principio, pero acaban cansando) sean cosa del pasado, se puede decir que vamos progresando en ese sentido. Este tipo de acontecimientos suponen dar un paso adelante hacia el objetivo final: normalizar (del todo) algo tan cotidiano y real como el rock, le pese a quien le pese.

No es exagerado decir que nombres como ROSENDO, junto con otros como Miguel Ríos, Burning y Tequila, son los que hicieron posible que en este país cambiaran algunas cosas. Sí, posiblemente si no hubiesen sido ellos, habrían sido otros. O no. Nunca lo sabremos. Lo que sí sabemos, objetivamente, es que ellos fueron los que decidieron liarla. Y por suerte lo lograron. Como reconoció el propio homenajeado, este tipo de actos lo incomodan, posiblemente debido a su modestia. Y es esa modestia la que hace más especial si cabe a este carabanchelero, que pese a tener motivos de sobra para subirse al carro de la inaccesibilidad (otros se han subido sin haber demostrado ni la décima parte de lo que ha demostrado él) sigue siendo un ejemplo. Pese a todo se lo vio muy cómodo acompañado del segoviano Óscar Sancho (Lujuria), Fernando Madina (Reincidentes) y del músico y escritor Kike Turrón (King Putreak, Con Huevos Canos y ahora con un interesante y arriesgado proyecto en solitario que ya hemos mencionado en esta web), que ejerció acertadamente de moderador junto al propio Óscar. Pese a la profunda (y sincera) admiración que tanto Fernando, Óscar y Kike exteriorizaron sin tapujos, en ningún momento dio la sensación de que se tratara de un acto de peloteo gratuito. Se creó un clima de naturalidad y espontaneidad que hizo que cada una de las personas que llenamos el salón de actos de Magisterio disfrutáramos muchísimo en un contexto muy ameno (la complicidad existente entre los que estaban en la mesa ayudó muchísimo). Entre el público había personas de diferentes generaciones, desde estudiantes de Magisterio (mi caso) y de otras carreras a padres con sus hijos.  

Se me hace realmente complicado resumir todos los temas tratados durante esas dos horas, y más teniendo en cuenta que fui como mero espectador y no con la idea de escribir una crónica (fue ese disfrute el que hizo que me entraran ganas de escribir sobre ello). Como era de esperar, todo comenzó con recorrido por toda la carrera del músico, con su inevitable parada en los irrepetibles LEÑO, posiblemente la banda más influyente y transgresora de la escena rockera estatal. Fernando, a la hora de explicar la importancia de su aportación, lo dijo de forma clara y cristalina: “Para nosotros antes de Leño no había nada”. Y fue el propio líder de la también influyente banda sevillana el que dejó otra frase inolvidable y emotiva a la hora de recordar la primera vez que los vio en directo cuando era un niño de doce años:“Cuando ví a Leño por primera vez no supe que quise ser músico. Pero sí supe que quería ser libre”. Óscar también acertó de pleno cuando argumentó que una de las principales virtudes de LEÑO fue la de ser una banda que a base de talento consiguió lo que pocas consiguen: hacer sencillo lo difícil, saber dar en la tecla justa y lograr que décadas después los niños que aprenden a tocar la guitarra eléctrica utilicen El tren como modelo. Insistimos, estamos hablando de una época en la que ser transgresor y salirse del camino marcado era muchísimo más arriesgado, valiente y difícil de lo que es ahora.

Fernando quiso destacar también un hecho: la influencia de LEÑO ha sido absoluta y no sólo dentro de la escena minoritaria. Puso como ejemplo a grupos como El Canto del Loco, Pereza (¿cuándo se hará justicia y se los reconocerá como lo que son: una banda de rock que precisamente surgió como una banda tributo a Leño?) o Amaral. Óscar fue más allá y expuso que también dentro de la escena heavy hay una total devoción hacia Rosendo, reconociendo que le fastidió que en el Agradecidos (disco homenaje al rockero que se editó hace unos cuantos años) no apareciera ninguna banda heavy; entre risas contó a modo de broma que se les pasó por la mente la idea de montar otro homenaje sólo de grupos heavies titulado Deasagradecidos. Rosendo explicó que en esa selección él no tuvo nada que ver, no como en Bajo la corteza, idea que surgió de ellos mismos precisamente para que pudieran participar grupos que, de haber sido un proyecto de una gran discográfica, nunca hubiesen estado.

A la hora de debatir sobre las ventajas y desventajas del formato trío, Fernando llegó a la conclusión de que “para ser un trío lo que hay que saber es tocar, y los Leño sabían”. “Precisamente por eso”, continuó entre risas, “Reincidentes somos cuatro”. Óscar fue más lejos, arrancando la carcajada general: “Lujuria somos seis, así que no haré comentarios al respecto”. También hubo lugar para resaltar el valor humano del propio Rosendo. Madina contó una anécdota de cuando Reincidentes estaban empezando y compartieron cartel con Rosendo. La banda sevillana tocaba en un festival y como por aquel entonces no tenían ni mánager, tampoco tenían camerino. Fernando estaba intentando afinar el bajo antes de salir a tocar y como había mucho ruido de fondo, era imposible. Tras dudar al principio, se animó a llamar a la puerta del camerino de Rosendo para ver si le dejaba afinar allí dentro. “Que tu ídolo te invite a pasar a su camerino amablemente para que puedas afinar, no tiene precio”, explicó.

Durante varios momentos de la charla Rosendo enfatizó sobre la idea de sentirse músico, invitándonos a reflexionar sobre algo que llevo pensando bastante tiempo. En España la profesión de músico está muy infravalorada. Más allá de persecuciones en la puerta de un hotel o a la salida de un camerino, en este país no se toma en serio a los músicos. O al menos en un sentido profundo que vaya más allá de lo meramente superficial que comenté en la línea anterior. No se toma en serio a alguien que responde “soy músico” ante la pregunta “a qué te dedicas?”. O por lo menos cuando ese “soy músico” no va unido a la palabra Conservatorio. La profesión de rockero (aunque se puede extrapolar a muchos otros géneros) sigue sin ser tomada en serio (volvemos al primer párrafo) y se da por hecho que querer vivir de tu grupo de rock es de caprichoso. Tal vez si esas personas que tanto critican ese modo de vida supieran valorar el poder y la repercusión que puede llegar a tener una canción a la hora de cambiarnos la vida (o al menos influir en ella), entenderían muchas cosas que a día de hoy no entran en su cabeza. Pero también es el propio público rockero el que, de forma involuntaria y sin esas malas intenciones que sí tienen otros, colabora con esa infravaloración de la profesión de músico. Si queremos levantar la voz en defensa de la profesión de músico, lo primero que hay que hacer es quitarse de la cabeza esa idea injusta de que el artista deja de ser auténtico y guay por exigir ciertos derechos.

No creo que ROSENDO necesite una mansión de lujo y un Ferrari para seguir teniendo ganas de componer, pero no podemos caer en el error de pensar que un rockero, por el hecho de serlo, no tiene derecho a cobrar por ello. Esto lo comento porque fue muy sensato a la hora de responder a una de las preguntas del público. Dicha pregunta hacía referencia a su opinión sobre el comportamiento de la SGAE. El músico, haciendo gala de sensatez, respondió con equilibrio: si bien la SGAE se está equivocando en muchas cosas, también es verdad que desde un amplio sector de la opinión pública se tiene una opinión bastante sesgada y reducida al respecto. El que escribe no siente especial simpatía por la SGAE . Creo que algunas de sus medidas son propias de alguien enajenado al que se le ha de las manos la situación, pero estoy de acuerdo con Rosendo en que es posible que a la hora de criticar lo hagamos de una manera superficial, como quien valora una noticia leyendo sólo en el titular. No creo que la SGAE sea la panacea, ni mucho menos, y seguramente se podrían mejorar las condiciones laborales del músico utilizando otra filosofía. Lo que sí tengo claro es que los músicos necesitan ciertas garantías que vayan más allá del todo vale. Y si todo vale, que sea porque el propio músico así lo ha decidido. Todos tenemos parte de responsabilidad a la hora de que se hoy en día algo tan maravilloso y elaborado como un disco no se valore (y yo el primero, que todavía no escuché el último disco de Radiohead, de 2007, el cual no tiene telarañas simplemente porque éstas no pueden llegar a una carpeta de Windows).

Durante la charla también hubo tiempo para hablar sobre evolución musical; Fernando expresó su admiración por la evolución de los Beatles (“entre el primer disco y el último hay mucha evolución, en muy poco tiempo pasaron muchísimas cosas”) y Óscar puso a Metallica como ejemplo de evolución negativa. Al finalizar, el propio Rosendo en una muestra de sinceridad, reconoció que él necesita tocar y que lo pasó realmente fatal cuando estuvo un tiempo fuera de los escenarios con el fin de que el público “descansara” un poco de él, puesto que tenía miedo de saturarnos. En ese sentido hay que tener en cuenta que Rosendo es un músico que sigue sacando discos puntualmente pese a que con su palmarés podría vivir perfectamente de las rentas. Tal vez eso sea uno de los motivos por los cuales su credibilidad sigue intacta. Y así se fue llegando al final de una charla que fue todo un éxito y que fue el comienzo de unas jornadas musicales que continuaron días después con actos similares en los que participaron diferentes músicos de la talla de Ariel Rot, Lichis o Delinqüentes. Nuestra más sincera enhorabuena por esta iniciativa en la que tuvo mucho que ver Kike Santana (propietario del emblemático y rockero Bar Santana de Segovia y una de los principales responsables de que la escena musical de Segovia esté viva).

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